Kalakamake o lo que no se ha conseguido
Autora:
Anna Tortajada
Ilustrador:
Antonio Acebal
Concepción gráfica:
Forma
Edita:
Medicus Mundi Asturias
A partir de 7 años
A la clase de Inés Artieda Medina, de 7 años, acudió un día una colaboradora de la organización Medicus Mundi Asturias y les habló de una enfermedad terrible llamada malaria. Les contó que más de dos millones de personas, la mayoría niños menores de cinco años, mueren cada año en África, Asia y América a causa de ese «mal aire», que es lo que significa la palabra malaria. Inés salió triste y pensativa del colegio, con la cabeza llena de preguntas. Sus preguntas eran como pájaros inquietos que querían volar presurosos en busca de respuestas. Ella quería saber más, mucho más. Se dio cuenta, a sus siete años, de que cuanto más supiera más podría ayudar. Y ella quería ayudar a curar aquel mal.
Antes de ir a casa, le pidió a su madre que la dejara estar un rato en la biblioteca, que es el lugar donde se pueden encontrar respuestas. Al entrar vio un poema escrito en la pared con letras muy grandes. Le gustó tanto que lo copió en su libreta. Decía el poema:
Los libros/ no son para mirarlos,/ son para tocarlos,/ abrirlos,/ y leerlos,/ que es como entrar en ellos./ Prueba y verás.
Debajo traía el nombre de Karmelo C. Iribarren, que debía de ser quien lo había escrito.
Inés probó. Pidió a la amable bibliotecaria un cuento sobre la malaria. Y ésta le ofreció uno que se titulaba Kalakamake, o lo que no se ha conseguido.
La niña abrió el libro y, como decía el poema, entró en él. De repente, se encontró con un niño africano, que le dijo:
«Yo soy Kalakamake, pero todos me llaman Kalaka. Mi nombre significa ˝lo que no se ha conseguido˝. Me gusta mi nombre: si algo todavía no se ha conseguido, aún puede conseguirse. ¿No?».
Inés asintió con la cabeza.
«Algunas veces me pregunto: ¿Qué es eso que no se ha conseguido y yo podría conseguir?».
Kalaka le contó a Inés cómo vivía en su aldea africana, le habló de su madre, de sus hermanas, de su padre y de la malaria, la terrible enfermedad que transmite un mosquito, y que podría curarse con una vacuna.
«Dice mi padre que con una vacuna ya no coges la enfermedad. No es ningún amuleto de la suerte, ni nada así. Es otra clase de medicina. Te protege de la enfermedad como un escudo».
A Inés le gustó mucho la explicación de la vacuna como escudo. Ya sabía cómo podía ayudar a cambiar el mundo. Quería hacer lo que le dijo Kalaka cuando se despidieron: «Sólo soy un niño, pero no importa. Ahora mismo puedo empezar. Voy a ser como Khapá, la tortuga terrestre, que camina muy despacio, pero siempre llega a donde quiere llegar».
Sí, Inés también quería ser como Kalaka. Y para ello volvió a leer aquel hermoso libro despacio, muy despacio.
Texto y fotografía: Paco Abril