martes, 29 de junio de 2010

VÉRTIGO

LEE, EN SU EDICIÓN DIGITAL, EL ÚLTIMO ARTÍCULO, DEDICADO AL VÉRTIGO, QUE HA SIDO PUBLICADO EN EL PERIÓDICO ASTURIANO "LA NUEVA ESPAÑA".

Título: Mi hermano el genio
Autor: Rodrigo Muñoz Avia
Ilustrador: Jordi Sempere
Editorial: Edebé
A partir de 9 años
Premio Edebé de Literatura Infantil

Virginia Herrero y Abel Gutierrez, ambos de 9 años, tenían una importante misión que realizar. Debían entrevistar a una niña que se llamaba Lola. El encargo se lo hizo su maestra, pues Lola es la autora o la protagonista de un libro.
Los dos niños pensaron que el mejor lugar para encontrarla era en la biblioteca. Y sí, allí estaba ella con un balón de fútbol en la mano y cara de pocos amigos.
–Hola, ¿tú eres Lola?
–¿Me conocéis?
–Sí, parece ser que has escrito un libro, ¿no es así?
–Bueno, me ayudó un escritor, un tal Rodrigo Muñoz Avia, pero yo se lo dicté todo, por eso está escrito en primera persona. Él, lo único que hizo, y debo reconocer que lo hizo bien, fue escuchar y copiar lo que yo le decía. Hasta le dieron un premio importante por contar mi historia.
–Perdona, pero pareces un pelín enfadada.
–No es para menos. He discutido con mi madre.
–¿Se puede saber por qué?
–Sentaros. Os contaré mi vida por capítulos.
–Esto, bueno, verás es que no tenemos más remedio que volver a clase dentro de poco, ¿podrías hacernos un resumen?
–¡Vaya, yo no escribo un libro para hacer un resumen!
–Espera, espera, no te enfades más. Mira, qué te parece si nos adelantas ahora algo de lo que te pasa y luego, llevamos el libro a casa y lo leemos con calma.
–Vale, de acuerdo. Veréis a mi me apasiona el fútbol, y soy la única chica que juega en un equipo masculino. Sé que es un poco raro, pero si juego en ese equipo es porque creen que soy buena. En mi casa esto no lo consideran importante. Lo único que a mi padre y mi madre les importa es mi hermano. Por eso el libro se titula Mi hermano el genio.
–¿También juega al fútbol?
–¡No me hagáis reír, jugar mi hermano al fútbol! Mi hermano es un genio del piano. Y yo me pregunto: “¿Por qué mi madre nunca me deja escoger lo que quiero? ¿Por qué tiene que ser más importante ver cómo triunfa mi hermano que jugar un partido de fútbol?” Veis ese es el problema, por eso estoy enfadada y por eso escribí este libro. Bueno, ya tenéis un resumen resumidísimo. Ahora si queréis de verdad conocer lo que me pasó, leed el libro, vais a flipar.


sábado, 5 de junio de 2010

Wangari y los árboles de la paz

Título: Wangari y los árboles de la paz
Autora e ilustradora: Jeanette Winter
Editorial: Ekaré
De 6 a 106 años


La maestra de Adrián Díaz, de 7 años y de Lucía Montes, de 6 años, habló en clase de una mujer extraordinaria, Wangari Maathai, que fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en el año 2004. Pero no les largó un discurso de esos tan habituales en los que los maestros hablan y hablan y los niños escuchan, no. Les hizo una propuesta mucho más interesante:
«Imaginaros que yo soy Wangari y vosotros periodistas que me entrevistáis. Y aquí estoy para lo que queráis saber».
La preguntas surgieron sin parar. La maestra-Wangari hasta tuvo dificultades para contestar a algunas de las complicadas preguntas de sus alumnos.
Y la propuesta continuaba. Los niños y niñas tenían que contarles, cada uno, a un niño diferente de otra clase, quién era Wangari y, luego, esos niños, les enviarían una carta, redactada entre todos, explicando lo que habían averiguado a través de estas conversaciones con sus compañeros.
Fue un experimento apasionante con un resultado sorprendente.
Ahora ya todos saben que Wangari nació en Kenia en 1940, que estudio Ciencias Biológicas en Estados Unidos y, lo más importante, que, cuando terminó sus estudios, regresó a su país y, ayudada por centenares de mujeres, sembró más treinta millones de árboles en un territorio que se estaba quedando desierto.
Ahora ya saben también, que los árboles, son símbolos de la Paz, con mayúsculas, pues hacen el mundo más habitable, más pacífico y mejor, dado que, como decía Wangari, «curan las heridas de la tierra». Por eso, cada vez que se comete un arboricidio, esto es, se mata o se hace daño a un árbol, se atenta contra el equilibrio del mundo.
Adrián y Lucía han leído el precioso libro en el que se cuenta de manera sencilla y clara lo que hizo esta gran mujer en Kenia. Y ahora el libro está circulando ya por todo el colegio.
También ahora han empezado a mirar a sus amigos árboles plantados delante del colegio con ojos nuevos, con ojos de alegría y de esperanza.

Desavenencia

Título: Desavenencia
Autor e ilustrador: Claude Boujon
Editorial: Corimbo
De 6 a 106 años



A la hora del recreo, en el colegio de Lucía Belén Pumar Canosa y de Emilio José Díaz Sanz, ambos de 8 años, hubo un enfrentamiento entre dos grupos de niños que discutieron de manera áspera en el patio sin llegar a un acuerdo. Lucía y Emilio habían leído el cuento Desavenencia, y comentaron en clase que, lo sucedido en el patio, era lo mismo, lo mismo que les había ocurrido a los dos conejos protagonistas del cuento que acababan de leer.
La profesora les pedió a sus alumnos que le explicaran lo que significaba la palabra desavenencia.
Sólo Lucía y Emilio supieron explicar su significado, pues lo habían averiguado buscándolo en el diccionario Clave, que era el que consultaban a menudo en el aula. Todos anotaron la definición en su Cuaderno de Palabras Nuevas.
Escribieron: «Desavenencia, falta de armonía, de acuerdo o de entendimiento entre varias personas».
En sus cuadernos, debajo de la definición del diccionario, escribieron frases en las que tenía que figurar la palabra nueva. Algunas de estas frases fueron:
«Hoy, en el patio, se enfrentaron dos grupos de niños por culpa de sus desavenencias».
«Un niño no quiso jugar en el equipo del colegio por desavenencia con sus compañeros».
«A mi me gustaría no tener desavenencias con mis profesores».
Luego, leyeron el cuento en voz alta y conversaron sobre los enfrentamientos.
Al final, todos llegaron a una sabia conclusión: reflexionar sobre las desavenencias es la mejor manera de llegar a las avenencias, que es como se llama al acuerdo, a la armonía, a la reconciliación.