jueves, 16 de mayo de 2019

MARY, QUE ESCRIBIÓ FRANKENSTEIN



Título: Mary, que escribió Frankenstein
Autora: Linda Bailey
Ilustradora: Júlia Sardà
Editorial: Impedimenta


La historia de lo que propició la invención de algunos grandes relatos ha sido, en muchas ocasiones, otro gran relato, como la que motivó la creación de Frankenstein, una de las narraciones más míticas y potentes surgidas de la imaginación humana.

¿Qué circunstancias impulsaron en 1816  a una mujer de 18 años, casi una adolescente, a ponerse a la tarea de escribir una novela que, a pesar del tiempo transcurrido, no ha dejado de tener actualidad?
Esas circunstancias se resumen de manera concisa y magistral en el álbum “Mary, que escribió Frankenstein”, escrito por Linda Bayley, ilustrado de manera extraordinaria por Júlia Sardà y editado con todo primor por Impedimenta.

En este libro la ilustración es parte de la narración, o, para ser más exactos, es otra narración que amplía el texto dándole una mayor dimensión. Gracias a los dibujos narrativos de Júlia Sardà, penetramos en el mundo romántico de Mary Shelly, vemos sus curiosidades científicas, sus sueños literarios y a la criatura monstruosa y desvalida que nació, precisamente, de esas curiosidades científicas y de esos sueños.

“Mary, que escribió Frankenstein”, es de esas obras de arte llenas de matices que no te cansas de ver una y otra vez porque siempre encuentras en sus páginas algo nuevo.


El libro se centra en el escenario que hizo saltar la chispa creativa. Lo resumo: cinco jóvenes románticos de nacionalidad inglesa, invitados por uno de los personajes más famosos de su tiempo, el poeta Lord Byron, se juntan en una especie de casa rural de lujo al lado del lago Lemán, en Suiza. Van a compartir algo más de un mes de verano. Forman el grupo, además de Byron, su médico Jhon William Polidori, el  poeta, Percy Bysshe Shelly y dos mujeres, Claire Clairmont –embarazada de Byron, aunque éste la rechaza–, y la gran protagonista de este grupo, Mary Shelly, la compañera de Percy. Todos son románticos, apasionados de la poesía y de la novela gótica, y tienen muchas ganas de escribir.

El tiempo atmosférico desempeña un papel decisivo en este encuentro. Aquellas cinco personas van a vivir lo que se llamó un “verano sin verano”. Llueve sin parar y las temperaturas han bajado de manera imprevisible. Ellos ignoran por qué se ha producido este inusual fenómeno. Nunca sabrán que, el año anterior, la tremenda erupción del volcán Tambora, situado a 2.500 kilómetros de distancia, había trastocado el clima de la Tierra.

Esa meteorología adversa hace que pasen mucho tiempo encerrados en aquella mansión. Para entretenerse, Byron propone que cada uno escriba un relato de terror. ¿Quién será capaz de idear el cuento más espeluznante?

Mary Shelley es la que se toma más en serio este reto. Y de su pluma inspirada nacerá ese Frankenstein que doscientos años después sigue formando parte del aire de historias que respiramos, ese aire al que el sociólogo Edgar Morin tuvo el acierto de llamar el imaginario colectivo. Ese Frankenstein del que este libro es el mejor aperitivo.