jueves, 7 de junio de 2007

Platero y yo

Las tres vidas de Rosa Navarro Durán
Autora: Rosa Navarro Durán
Editorial: Edebé
(Texto publicado en La Oreja Verde)

Hace unos días estuve conversando con un grupo de niños y niñas sobre Rosa Navarro Durán. Rosa nos ha contado, en dos libros preciosos, la historia de don Quijote y de Tirante el Blanco. Son unas magníficas introducciones para acercarnos a estas dos grandes obras. Ahora acaba de publicar también su Platero contado a los niños.La conversación empieza cuando les digo:
–A Rosa Navarro le gusta decir que tiene dos vidas, aunque yo pienso que tiene, por lo menos, tres.
–¿Cómo es eso?– me interrumpe una niña. –Nadie puede tener tres vidas. Bueno, dicen que los gatos tienen siete. ¿Cuáles son esas tres vidas de Rosa?
–En su primera vida, Rosa es catedrática en la Universidad de Barcelona. Allí trata, más que de enseñar, de contagiar el amor a la lectura a sus alumnos. Es de esas personas a la que a casi todos nos gustaría tener como profesora.
–¿Y la segunda vida?En su segunda vida es una gran detective de la literatura. Y en su labor detectivesca ha realizado un descubrimiento extraordinario.
–¿Cuál es ese descubrimiento extraordinario? –preguntan todos a la vez.
–Hay importantísimas obras literarias que nadie sabe quién las ha escrito. Una de esas obras es El Lazarillo de Tormes.
–Cuando no se sabe quién es el autor de una obra se dice que es anónimo, ¿no es así? –puntualizó un niño.
–En efecto, así es.
–¿Y ella ha descubierto quién fue el autor del Lazarillo? –Preguntó afirmando una niña.
–Pues sí, has hecho una estupenda deducción, Rosa, como cualquier buen detective científico, tras estudiar bien, bien todas las pruebas, ha llegado a la conclusión, que justifica con sólidos argumentos, de que El Lazarillo fue escrito por Alfonso de Valdés.
–¿Y quién era ese señor?
–La verdad es que se sabe muy poco de su vida , aunque fue un hombre importante, pues llegó a ser secretario del emperador Carlos V.
–¿Y la tercera vida de Rosa?–Es la que dedica a contarles a los niños algunas de las grandes obras de la literatura. –¿Y cómo las cuenta?
–Esa es una buena pregunta. Las cuenta en preciosos libros, pero lo hace de tal manera que parece estar sentada a nuestro lado, narrándonos con entusiasmo las peripecias que han vivido los personajes de las historias que ha elegido para relatarnos.
–¿Y ahora nos cuenta el Platero de Juan Ramón Jiménez?
–Eso es, ahora ha querido acercarnos a uno de los relatos más reconocidos de la literatura española. Abrid el libro. Leed.
Veréis a Platero, peludo y suave, trotando en él a través de las palabras vibrantes de Rosa Navarro Durán, una mujer que, igual que el autor del Lazarillo, es sabia, libre y clara.

¿Quién se atreve a leer este libro?
Autor: Chris Mould
Editorial: Timun mas
(Texto publicado en La Oreja Verde)

El extraño suceso que voy a contaros ocurrió a última hora de la mañana del viernes. José Luis, profesor de quinto, acababa de conversar con sus alumnos sobre el miedo. Era un tema que había surgido en clase. Todos se encontraban concentrados, anotando lo que les daba susto. Pretendían intentar escribir después un relato de terror. De repente, oyeron golpear con fuerza en la puerta del aula, ¡pom, pom, pom! Fueron tres golpes secos. Más de uno se sobresaltó con aquel ruido inesperado.“Adelante, pase”, dijo el profesor. Pero nadie abrió. “Pase”, volvió a decir José Luis levantando la voz y acercándose a la entrada, pero nadie pasó. Abrió la puerta, y tampoco nadie apareció tras ella.
Era muy improbable que se tratara de una broma, pues todos estaban en sus respectivas clases. Sin embargo, el profesor atisbó el pasillo solitario. Nada, ni un alma.Las miradas de los niños y niñas se dirigieron hacia aquel misterio, tratando de vislumbrar algo en el espacio vacío.
Una niña exclamó: “¡Mirad, en el suelo!”. Se trataba de una caja. El profesor la cogió. Tenía impreso Noche de Fantasmas. La caja contenía un libro. El libro llevaba el mismo título, Noche de fantasmas, y traía una nota escrita con letras mayúsculas pegada en la cubierta. El maestro la leyó en voz alta y pausada:
“BUSCO A QUIEN SE ATREVA A LEER ESTE LIBRO, ¿HAY ALGUIEN QUE SE ARRIESGUE? SI ESE ALGUIEN ESTÁ AQUÍ, QUE SE ADENTRE EN SUS PÁGINAS”.
Se hizo un silencio tan espeso que casi no dejaba respirar.
El profesor preguntó con la mirada: “¿Quien quiere leerlo?”
Illán Hevia y Rodrigo Álvarez, los dos de diez años, se atrevieron a levantar la mano, aunque fuera con cierto recelo.
Entonces la clase entera vio lo que nadie creería si no lo viera. Vieron al libro dar tres golpes en el suelo, ¡pom, pom, pom!, como los que oyeron en la puerta, vieron al libro dar un salto de alegría y vieron al libro volar desde la mesa del profesor hasta las manos de Illán y Rodrigo.
Y los niños lo leyeron y acabaron sobrecogidos, pero eufóricos.“¿Qué tal?”, les preguntaron sus compañeros. “¡Guau, impresionante!”, contestaron.Así que cuando José Luis volvió a preguntar “¿quién quiere leer este libro?”, todas las manos de la clase se levantaron.
Y os doy mi palabra de que el libro sonrío.

Si un león te pregunta la hora
Autor: Hermann Schulz
Editorial: Edelvives
(Texto publicado en La Oreja Verde)

La maestra de quinto les pidió a sus alumnos que entrevistaran a un personaje de una novela que hubieran leído. “Hacedlo”, les dijo, “como si ese personaje fuese real”. Y añadió: “Podéis preguntarle lo que queráis, pero las respuestas tienen que estar extraídas de esa misma novela.” Terminó diciéndoles: “Intentad también que esa entrevista sirva para presentar el libro a quienes no lo conozcan.
Héctor González y Shaida López, los dos de diez años, decidieron entrevistar a Tomeo, el protagonista del libro “Si un león te pregunta la hora.”
Y así fue su entrevista:
–Hola, Tomeo yo me llamo Shaida y mi compañero Héctor. Nos impresionó mucho tu libro. Nos gustó, sobre todo, cómo lo cuentas. Tu historia empieza un día que te llama tu madre, ¿no es así?
–Bueno, en realidad no me llama, sino que me pregunta a gritos desde la cocina si había acabado ya la importante tarea que me había encomendado.
–¿Y qué tarea era esa?
–Desplumar gallinas. Nadie hace ese trabajo tan rápido y tan bien como yo, lo que no es ninguna ventaja: cada semana tengo que desplumar una cien gallinas, porque mamá luego va a venderlas al mercado.
–Quizá teníamos que haber dicho para empezar que tú vives en África, pero ¿dónde exactamente?
–Lo que cuento en el libro lo viví estando en Kigoma, una aldea situada junto al lago Tanganika, en Tanzania. Lo mejor es que lo busquéis en un mapa de África para que sepáis dónde está exactamente.
–¿Y qué es lo que cuentas en ese libro?
–Cuento las peripecias que tuve que pasar cuando, tras un grave accidente que sufrió mi padre en la mina que estaba intentando explotar, mi madre me encargó que fuera a pedir dinero prestado a diversas personas para pagar al médico que atendía a mi padre. ¡Mucho corrí aquellos días!
–¿No tenías miedo de los animales salvajes?
–¿Animales salvajes? Ya no hay casi animales salvajes. De vez en cuando se ven todavía antílopes o cebras. Antes había un montón de leopardos y leones, pero ahora hay demasiada gente.
–¿Cómo te hacía sentir tener que ir a pedir dinero a la gente?
–Me sentía muy importante. Pedía ayuda para mi padre, el gran geólogo mzungu.
–Perdona ¿qué es eso de geólogo mzungu?
–Un geólogo es alguien que estudia las rocas y las piedras. Mzungu, en nuestra lengua, el swahili, significa persona de color blanco.
–Si tu padre era blanco, ¿cómo es que tu eres negro?
–Me da la risa esa pregunta. ¿Por qué va a ser? Porque se casó con una mujer negra. Yo salí negro como podía haber salido mulato o blanco.